Danzas populistas en Viena

AlmdudlerEn tiempos de crisis, como los que corren, resulta divertido observar cómo el populismo marca la agenda política. También en Viena.

31 de Enero.- Se acercan las elecciones a la alcaldía de Viena. Son unos comicios que tienen una gran importancia simbólica, más allá de que Viena sea la capital de Austria y de que Viena sea, además de una ciudad, un Land austriaco –el equivalente a una comunidad autónoma española-. En el consistorio de Viena, que también es el parlamento del Land, funcionan a escala municipal todas las tensiones y las ideas-fuerza que mueven la política austriaca a nivel nacional (quizá con la excepción de que, dejando aparte por razones obvias al distrito primero, el partido conservador austriaco ÖVP tiene, en la política vienesa una importancia prácticamente marginal). Viena, en tanto que capital, recibe una atención mediática que quizá solo es comparable con la que recibía Carintia en manos del FPÖ.

Rojos y verdes: un matrimonio con muchos tiras y aflojas

Viena es un bastión tradicionalmente “rojo”. O sea, que los socialistas gobiernan en la capital de EPR desde tiempo inmemorial y han gozado siempre de amplias mayorías con las que materializar sus ideas de Gobierno. Naturalmente, como sucede con todas las mayorías mantenidas durante muchos años, en el ejercicio del poder ha sido inevitable que los socialistas, en la persona de su alcalde, el facundo Sr. Häupl, sufran algún desgaste que obligó, en los últimos comicios, a que los socialistas necesitaran para gobernar una muleta: la participación de los verdes, cuya figura más prominente es la vicealcaldesa, Sra. Vassiliakou –esa chica que pierde todas las tarjetas de peluquerías que le dan-. El desarrollo de la labor de Gobierno conjunta no ha discurrido sin baches y, en más de una ocasión, los socialistas se han encontrado con que, aquellos que ellos esperaban que se limitarían a darles apoyos puntuales y a estarse calladitos (los verdes) les han robado el show y han sido percibidos por el electorado como aquellos que eran los que cortaban el bacalao en las decisiones municipales más polémicas. Para gran incomodidad de los socialistas los cuales, ante casos como los de Mariahilferstrasse y la polémica (felizmente zanjada a favor de la peatonalidad) no podían convencer a la gente de que el éxito de crítica y público era un tanto que habían de apuntar en su cuenta y no en la cuenta de Maria Vassiliakou.

Cuestión de perfiles

En Viena también se proyecta la crisis de identidad que sufre el Partido Socialista a nivel nacional y que lleva a las clases trabajadoras a ver en Heinz Christian Strache, conspícuo líder de la ultraderecha, un defensor de sus intereses. Strache, naturalmente, lo sabe y ataca a Häupl por ese flanco, achacándole una actitud condescendiente con los “inmigrantes” (y ya se sabe que, cuando un político ultraderechista habla de inmigrantes, quiere que sus interlocutores piensen en unas personas cerriles, que penas hablan alemán y que no tienen otro ánimo en la vida que hacer el mal, imponer el grito del muhecín, ponerle burkas a las mujeres y prohibir los lederhosen).

El SPÖ es consciente de que este es su flanco débil entre los votantes austriacos “de pata negra” y quizá por eso, en los últimos días, ha llegado a la prensa una curiosa disputa que es un caso práctico de cómo el populismo de trazo más grueso marca la agenda política en tiempos como estos. Así, Woves, un prominente político socialista (famoso, por otra parte, por ser eso que se llama “un verso suelto”) pedía “mano dura” con los inmigrantes que “no quisieran integrarse” (or whatever that means). La “mano dura” se materializaría en forma, por ejemplo,de sanciones monetarias de hasta mil laureles para aquellos padres, inmigrantes, que, por ejemplo, no acudiesen a las reuniones del colegio de sus hijos o “tareas sociales” para chavales inmigrantes que no fueran lo suficientemente cooperativos en el negocio este de la integración.

Los políticos austriacos se retratan

Dispuestos a demostrar su deseo de no ser percibidos como demasiado condescendientes con los inmigrantes o favorecedores de la “identidad nacional” (decíamos ayer), todo aquel político austriaco que piensa que tiene algún futuro en la política del país se apresurado a “retratarse” y a tomar posición a propósito de las palabras de Woves. Generalmente, a favor. La excepción es el alcalde de Viena, Sr. Häupl, que sabe que el SPÖ tiene uno de sus caladeros de votos más importantes en la capital en los inmigrantes (que pueden votar). El enfrentamiento, quizá para darle credibilidad a esto que yo estoy convencido de que estaba planeado como una pelea en broma, como aquellas de Juanito Valderrama y Dolores Abril, ha alcanzado unas cotas de dureza bastante atípicas en Austria pero, sobre todo, entre dos políticos que son compañeros de fuerza política. Hasta el punto de que el mismo canciller Faymann no ha tenido más remedio que responder a los periodistas, entre risitas nerviosas, que en el SPÖ siempre ha habido discusiones.


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