“Hembritas” y “machitos “

hombres y mujeresDiez años después, los dos hemos cambiado. Él menos que yo, claro ¿De quién hablamos hoy?

Este artículo va dedicado a las televidentes de “Amor a prueba”. Ellas sabes quiénes son.

19 de Abril.- En 11 días, exactamente, hará diez años que pisé Viena por primera vez. Fue un primero de mayo de 2005.

En aquel entonces lo ignoraba todo de Austria. No sabía, por ejemplo que, hacía muy poquito, el 23 de Abril de aquel año, Heinz Christian Strache, un personaje que iba a terminar siéndome muy familiar, había dado un salto muy importante en su carrera. De ser un protésico dental de verbo incendiario, curtido en la política municipal y con  buenas conexiones en los sótanos más lóbregos de la política austriaca, y tras una guerra a muerte política con su mentor, el entonces aún vivo Jörg Haider, Strache había consumado la fragmentación de la ultraderecha alcanzando el liderazgo del FPÖ, mientras que Haider se ponía al frente del BZÖ (hoy prácticamente extinto).

Con la eficacia característica de los de su barrio, ya en mi segunda visita a Viena –Agosto del 2005- la fuerza ultraderechista había empapelado la ciudad con carteles en donde se veía a Strache en primer plano, con sus glaciales ojos azules retocados con Photoshop y, creo recordar, el lema que se hizo famoso, Daham statt Islam (algo así como, los de casa en vez del Islam).

Recuerdo que, sin tener ni idea de alemán, el cartel me impresionó. En aquellos momentos (bueno, ahora también) la propaganda política austriaca era más bien plana y aquel cartel, estaba claro, estaba hecho por alguien que sabía lo que se traía entre manos. Pregunté quién era aquel político y el amigo que me acompañaba (austriaco) movió la cabeza y dijo:

– No lo quieras saber.

Desde entonces, yo he cambiado mucho y Strache, diez años después, algo menos, como corresponde a un político tan…Tan como es él, vaya.

Vuelve a presentarse a la alcaldía de Viena (ya es la tercera). Por varios motivos: primero, porque él es la marca del FPÖ y, fuera de Strache, en su partido no hay más caras conocidas por el público y luego porque Viena es, en estos momentos, la única oportunidad (o casi) que el FPÖ y Strache con él, tienen de tocar poder. Y ya se sabe que, en política (y más en la política ultra, con toda su superstición del macho alfa, etcétera) no puedes ser Britney Spears toda la vida.

Strache es consciente de que, a los cuarenta y cinco, no puede seguir siendo la eterna princesa del pop y está espoleando a sus adeptos para que, por fin, le conviertan en una gran dama de la canción.

A favor de Strache hay que decir que, durante largos periodos (ahora me da la sensación de que algo menos), ha conseguido marcar la agenda de la política austriaca en muchos temas y ha obligado a reaccionar a algunos de sus contrarios llevándoles directamente al huerto de los asuntos que a él le interesaban en cada momento.Sin embargo, en los últimos tiempos, involuntariamente, el papel de agitador del tendido austriaco más mastuerzo lo está copando, sorprendentemente, una figura con la que Strache tiene mucho en común –hasta físicamente- y es el cantante Andreas Gabalier.

En su pre-campaña a la alcaldía vienesa, que ha empezado hoy con sendas entrevistas en la ORF y en el Österreich (gran periódico) Strache se ha aferrado a sus dos temas estrella, al que últimamente se ha añadido un tercero, muy de actualidad.

Por un lado, la inmigración por otro, vinculado con el anterior, el Islam (para Strache todos los inmigrantes austriacos son mahometanos) y por último la homofobia (con su otra cara, el machismo). Strache dice no estar de acuerdo con la imagen de tolerancia, cuyo estandarte es Conchita Wurst, que proyecta la ciudad de Viena de cara al Festival de Eurovisión y hace suyas las declaraciones de Andreas Gabalier, su contrafigura, el que hablaba de que, como “machito (Mandrl) al que le gustan las hembritas (Weiberl) o hembrita a la que le gustan los machitos” lo tenías difícil en Austria. En cuanto al machismo, Strache, en un párrafo delicioso del Österreich, ha sacado su lado más Torrente. No puedo resistir la tentación de copiarlo:

„Sí, tenemos que defendernos frente al exceso de prohibiciones y normas. Mire usted la discusión de la palmada en el culete (NOTA: ¿Es una palmada en el culete de alguien acoso sexual o no? Strache se pone soñador y demuestra de paso que él es un machito que está por las hembritas de manera indudable) Todos recordamos cómo hemos conocido a nuestra pareja, como uno se ha acercado con el lenguaje verbal pero cómo con un tierno contacto en el hombro o en otra parte (¡El tío ha dicho en otra parte!) ha intentado alcanzar una cercanía corporal y, de esa manera, ha esperado ser correspondido. Si eso ya no es posible (mediante la regulación del acoso sexual) no sé cómo va a funcionar la cosa en el futuro”.

Reconozco que el análisis de Strache es mi placer culpable y podría estar así horas y horas. Sé que, quizá, mis lectores no tienen tanta paciencia, así que lo dejaremos hoy aquí no sin antes dar a mis lectores un consejo: por una vez, hagan caso a Strache y echen mano a donde sus santos o santas les dejen, que esta vida son dos días y en cien años todos calvos.

POSTDATA: Todas las fotos que ilustran este artículo y que están puestas por poner algo de alegría en tema algo adusto, se han tomado durante la fiesta de Estiria en la plaza del ayuntamiento de Viena.


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