Ada Colau: ha nacido una estrella (en Austria, también)

BarcelonaTras las elecciones del domingo, los medios han descubierto a Ada Colau y tratan de calmar la curiosidad de los austriacos al respecto. Con tiento, eso sí.

26 de Mayo.- La tele es el arte del siglo XXI. Empezó a ser así a partir de que la productora HBO, en vez de concentrarse en hacer Sálvame y otras mierdas semejantes, empezó a crear producciones de gran calidad dirigidas no a un público masivo, sino a personas que habitan en las capas más altas de la clase media urbana.

A partir de ese momento, empezó una época gloriosa a nivel mundial que ha terminado convirtiendo la antiguamente –y mal llamada- caja tonta, en un instrumento que, bien usado, permite entender mejor el mundo. Series como A Dos Metros Bajo Tierra, Mad Men o, en otra liga, Juego de Tronos en América. La estupendísima House of Cards y, en Europa, naturalmente, Borgen.

(Si no ha visto usted todavía Borgen ¿A qué porras está esperando?)

Cuando la tele ayuda a entender el telediario

La virtud principal que tienen las dos últimas es que, una vez uno las ha visto, uno no puede sentarse de la misma manera delante de un telediario. Particularmente Borgen funciona de maravilla para entender cómo son las bambalinas de la política de una democracia europea. Traza la trayectoria de una señora normal, madre de familia (danesa, eso sí) que, de pronto, es elegida primera ministra de Dinamarca. Y, a partir de ahí, conforme ella se va viendo cada vez más encerrada en el planeta que denominamos “Política” y que nosotros conocemos (a medias) a través de ese otro planeta que llamamos “medios de comunicación”, la que era una señora decente, casi una señora normal, va dándose cuenta que el político, cuando modela la realidad, por fuerza, se ensucia. Debe de ser por eso que, los políticos es bueno que tengan fecha de caducidad.

Ada Colau: la mujer a la que usted podrá admirar

En Austria ha nacido una estrella: se trata de Ada Colau, la que será nueva alcaldesa de Barcelona. Su caso es mucho más vistoso que el de la que, probablemente, será la nueva alcaldesa de Madrid, señora Carmena -¡A ver si Madrid se sacude la caspa del Gran Casino y del Cocido Multitudinario que nos domina desde Álvarez del Manzano!- dicho esto: los medios austriacos han descubierto el pasado de Ada Colau como heroina de los más desfavorecidos y se han lanzado a glosar sus virtudes. Uno no podía evitar pensar en Borgen y, como si se enfrentase a la promesa de una nueva (y larga, y apasionante) temporada de su serie favorita, se frotaba las manos pensando en el primera acto impopular que Ada Colau, por la fuerza inapelable del pragmatismo, tenga que acometer. Los políticos, señora, se miden por la impasibilidad con que se tragan los sapos que les toca tragarse.

Romance de valentía

Los medios austriacos (los serios), glosan la vida de Colau como si la de una Pasionaria del siglo XXI se tratara, insistiendo, eso sí, en aquellos hechos de su biografía que presienten que les van a agradar a la parroquia. En el tendido de la izquierda, Der Standard, sacan pecho con el currículum anti guerra de Irak -¡Qué tiempos aquellos!- y antiglobalización de Ada Colau, la pintan defendiendo bravamente a la gente ante la salvajada de los desahucios y llamando en el Congreso de los Diputados “criminales” a los banqueros. En Die Presse, glosan su labor en favor de los derechos humanos y, quizá porque Colau casa mucho con eso que los austriacos descubren en nosotros (el “temperament” ese que nos ven, nada más que levantamos un tenedor para pinchar una hoja de lechuga de la ensalada) la pintan como una moderna Agustina de Aragón –cosa que probablemente sea- y, a diferencia de lo que pasa en Der Standard –y quizá para que los probos y burgueses lectores de Die Presse pongan sus barbas a remojar- achacan la llegada de la nueva alcaldesa a la corrupción de CiU- que ha debido de ser, dado lo que se lee por ahí, un latrocinio digno del patio de Monipodio.

Curiosamente, los dos medios tienen alguna dificultad para traducir Barcelona en Comú. Der Standard, por cierto, transcribe en castellano y traduce por “Barcelona gemeinsam” (juntos, el mundo entre dos, fumando un cigarrillo a medias) en tanto que Die Presse se refiere al partido en catalán y traduce como Barcelona vereint (Barcelona Unida).

Ese “común” les debe de sonar mucho a comunista y aquí, lo comunista (menos en Graz) no tiene muy buena prensa.


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