Viena, capital del conservadurismo mundial

Dama bidermaierNapoleón se había retirado de la Historia con el tricornio entre las piernas. Se imponía la tarea de reorganizar Europa. Se hizo aquí: tal día como hoy, en 1815.

9 de Junio.- Tal día como hoy, hace doscientos años, concretamente el 9 de Junio de 1815, se cerraron las actas finales del Congreso de Viena.

Fue, sin duda, una de las cosas más impactantes que le pasaron a Europa en todo el siglo XIX y se puede decir que las conscuencias de aquel congreso, durante el cual las grandes potencias europeas del momento hicieron en todo ídem el Juan Palomo duraron hasta otro día de verano, esta vez de 1914, en el cual un pobre diablo, Gavrilo Princip, se cargó al archiduque Franz Ferdinand y a su señora en Sarajevo y, por un mecanismo siniestro de relés, estalló la primera guerra mundial.

Napoleón

Napoleón: un hombre bajito (1.68) y con muy mala leche

Mis lectores –hasta aquellos que hayan sido víctimas de la ESO, que vaya nombre para un sistema educativo, por cierto- mis lectores, decía, recordarán que, a principios del siglo XIX, Europa vivía un momento de gran efervescencia. Un corso pequeñajo, con esa mala leche que Dios le da a los hombres bajitos y a los cojos, terminó un carrerón que le llevó desde, Ajaccio, un lugarejo de Córcega, a convertirse en el general más exitoso que habían conocido los campos de batalla europeos desde Julio César. Napoleón, más que un hombre bajito, era una fuerza de la naturaleza. Un torrente que continuó por el resto del continente lo que la Revolución Francesa había empezado en el hexágono. Eso sí: con un poco más de pragmatismo. Para empezar, con una mentalidad que, más que francesa era italiana, Napoleón, cuando conquistaba un país, quitaba del trono al minundi atontolinado por los matrimonios consanguíneos que tocase (un poner, el gilipuertas de nuestro Carlos IV) y colocaba a un pariente (a nosotros nos tocó José Bonaparte, el cual, por cierto, acabó sus días de granjero en Inglaterra, lo que son las cosas). Después, instalaba el modelo de Gobierno francés que oficialmente se inclinaba por el exitoso eslógan de la revolución: Libertad, Igualdad y Fraternidad (y también, como sigue sucediendo en la Francia de hoy, laicidad).

Napoleón

¿Qué hacemos con Europa? Se preguntaron los reyes y los nobles

Cuando Napoleón es derrotado y, como el genio de Aladdin, confinado en un sitio en donde no pudiera hacer más daño, el stablishment europeo, que veía que, con los valores de la Ilustración, se les acababan las mamandurrias, montó el Congreso de Viena para intentar crear un statu quo en la política europea que les permitiera seguir chupando del bote a ellos y a sus hijos y mantener Europa con la paz que reina en los camposantos. Mucho clérigo, mucho rey por la gracia de Dios y al que se mueva no sale en el daguerrotipo (más tarde, en la foto).

El congreso de Viena no fue en realidad un congreso, sino que, al hilo de los tejemanejes del mariscal Metternich, que de alta política sabía más que los ratones colorados, se trató de una serie de conferencias bilaterales en que, diplomáticos de diferentes países, se sentaban un día en un café del Prater a discutir de sus cosas. Debido a esta morosidad con la que pasó todo (ya se sabe que las decisiones plenarias son mucho más eficaces que las que se toman de dos en dos) la incipente (y bastante amordazada) opinión pública europea de entonces, acuñó aquello de “El congreso baila, pero no anda”.

Metternich tenía claro que el nuevo orden europeo se tenía que basar en varias cosas fundamentales: un cerrojazo a las libertades y al liberalismo, la legitimidad monárquica, con todo lo que ello conllevaba (la tradición, el atavismo religioso, etc) y el equilibrio entre las potencias para que todo el mundo estuviera más o menos contento y a nadie le diera la locura expansionista. También se estableció, mediante la llamada “Santa Alianza” un “uno para todos y todos para uno” de los monarcas absolutistas europeos. Por el cual, si uno era atacado por una fuerza que amenazase el statu quo, los otros acudirían a defenderlo.

El genio de Metternich fue además otro: hombre pragmático como era y queriendo como quería que su forma de gobierno para Europa durase lo más posible, se dio cuenta en seguida de que la única manera de conseguirlo era que el congreso de Viena no se convirtiese en una reunión en la que los vencedores le pusieran las peras a cuarto a los vencidos (esto es, los antiguos aliados de Napoleón), sino que también los vencidos, si se avenían a lo de la monarquía y tal y tal, debían también convertirse en firmes partidarios de lo que se decidiera enViena.

A partir de 1815 la bestia negra de los Gobiernos europeos fue el progresismo y las ideas liberales (el bestia de nuestro Fernando VII fue un ejemplo paradigmático de lo que puede suceder cuando a un indivíduo cerril y de pocas luces le das un poco de poder, o sea, que se cargó por ejemplo a la pobre de Mariana Pineda) y la mordaza férrea que el Congreso le impuso a las libertades duró sin mayores quiebras por lo menos hasta mediados de siglo. En 1848 hubo que hacer un poco de paripé democrático para poner el sistema un poco a punto (el cual le dio un buen susto a los inquilinos del Hofburg y terminó con la subida al trono del emperador Paco Pepe, el cual, como todos sabemos, era más de derechas que la Divina Pastora).

Dos años antes de que aquel hombre tímido, ceñudo y bastante enmadrado pasara a mejor vida, como decía más arriba, el orden del Congreso de Viena saltó por los aires. La Historia, como suele suceder, demostró que no tiene vuelta atrás.

CONCURSO LOS PALOMOS

Qué le pasa

El grupo de teatro Soles del Sur quiere tener un detalle con los lectores de Viena Directo y han puesto a mi disposición dos entradas, válidas para las dos funciones que darán de la obra Los Palomos. Se adjudicarán mediante el correspondiente concursete. Para optar a ganarlas hay que cumplir estos requisitios:

  1. Ser fan de Viena Directo en Facebook (para hacerlo, no hay más que darle al “me gusta” en este enlace).
  2. Averiguar qué le pasa, qué le sobra o qué le falta a esta fotografía de un lugar conocidísimo de Viena.
  3. Decirlo en la página de Facebook de Viena Directo en el post correspondiente a esta entrada.
  4. ¡Ah! Y decirlo antes del día 12 de Junio, en que se acabará el concursete.

¡Suerte a los participantes!


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