¿De qué se ríen?

Strache y Rosenkrantz (foto fruto de la mala leche de http://www.standard.at/)

14 de Marzo.- Vivir en una república implica que cada cierto número de años elegimos al rey. El rey de Austria se llama Presidente de la República y, desde su palacio en las cercanías del Volksgarten, ejerce el mismo magisterio paternal y algo desmayado que nuestro monarca Juan Carlos. El mandato del señor Fischer, actual ocupante del cargo, expira próximamente y, hace poco, arrancó la campaña electoral para lo que, según todos los sondeos, serán los comicios que propiciarán su reelección.

Dada la actual situación económica, que no da para campañas rumbosas, y que los potenciales candidatos no tendrían muchas oportunidades de ganar, los grandes partidos austriacos han decidido inhibirse y no presentar rivales ¿Todos? ¡No! El FPÖ, o sea, la ultraderecha, que anda crecida desde su reunificación, ha decidido no seguir la corriente general.

Se abre paréntesis.

En mi opinión, es más una estrategia psicológica que otra cosa. Para mantener contentas a las bases y demostrarles que la ola ultra crece de manera imparable y que, algún día, tendrá posibilidades de gobernar el país (las valoraciones, si se diera este caso, sobrarían).

Se cierra paréntesis.

Durante las últimas semanas, el mismo Strache –nuestro Le Pen 2.0– pensó en presentarse él mismo, genio y figura, pero, como ya opta a la alcaldía de Viena ,le ha debido parecer mucha campaña electoral para un solo cuerpo, así que ha decidido concentrar sus esfuerzos en perder las elecciones vienesas; lo malo es que en su partido tampoco es que haya mucho donde elegir.

Tras algún rodeo, las complacencias del líder han caido en Frau Rosenkranz, una señora cuyo respaldo popular dará la medida de la salud de la democracia austriaca.

Si en España, a la muerte del dictador, se hablaba de franquismo sociológico, o sea, de esa ancha clase media que había estado a gusto durante la dictadura porque compartía el conjunto de valores que ésta proponía; podría describirse a Frau Rosenkrantz como una representante de libro de lo que, con ciertas cautelas, aunque no muchas, podríamos llamar el nazismo sociológico.

O sea: esa masa de personas que piensan que, al fin y al cabo, el hijo más famoso de Braunau no fue todo lo malo que lo pintan.

El curriculum de Frau Rosenkrantz está lleno de jugosas declaraciones negacionistas, como cuando jugó a hacerle el ignorito a la existencia de las cámaras de gas durante el régimen de los camisas pardas. Su santo esposo, si no estoy equivocado, ha sufrido la acción de la justicia por defender teorías que se ciscan en la historia oficial del nazismo (cosa que aquí está prohibida) y la misma Frau Rosenkrantz –una joyita visigoda, como mis lectores habrán ya imaginado- lleva en su programa electoral el levantamiento de la prohibición de la prédica del sangriento evangelio nazi en el hipotético caso –toquemos madera- de que accediese al despacho presidencial.

Nada más ser proclamada candidata por su partido, la señora Rosenkrantz ha concedido diversas entrevistas en las que se ha reafirmado en todos estos puntos y en otros no menos polémicos (léase racistas, antieuropeistas, xenófobos y todo lo que le cuelga). Con lo cual, claro, ha hecho muy felices a una gran cantidad de los lectores del KZ (Kronen Zeitung).
En lo personal, la vida de la Sra. Rosenkrantz también hubiera hecho felicísimo al del bigotillo chaplinesco. Aparte de estar felizmente casada con un caballero que es la alegría revisionista de su hogar, Frau Rosenkrantz ha contribuido lo suyo a que la raza aria no se extinga, poniendo en el mundo una gran cantidad de churumbeles. En fin.

Reacciones. Evidentemente, la comunidad judía ha reaccionado como si le hubieran mentado a la bicha. Los del Partido Popular, en un primer momento, dijeron que, a falta de candidato propio, sus simpatizantes harían mejor votando a la Frau Rosenkrantz que al rojazo que ocupa el cargo ahora –que no es tal-; pero visto que, cada vez que esta señora abre la boca, como suele decirse, sube el pan y los admiradores de la esvástica bailan el aserejé, los conservadores andan mohínos y no saben a qué candidato encomendarse.

Seguiremos informando.

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Comentarios

3 respuestas a «¿De qué se ríen?»

  1. Avatar de El Duque
    El Duque

    Desde luego yo lo flipo con los populares arengando al voto a favor de esta pedazo de nazi. Bueno, y de los del Kronen Zeitung, ya sabemos cómo bailan, que son la mayoría viejos (que en su juventud pecaron de nazis), así que no sorprende la cosa. Pero bueno, a ese periódico le acabará sucediendo -como dices tú- como al ABC, que se le irán muriendo poco a poco los lectores. Veremos a ver…Un abrazo

  2. Avatar de Pablo

    Normalmente la extrema derecha sigue este tipo de estrategias: se presenta en los sitios en los que nadie tiene interés en estar, y entre el desinterés ajeno y el interés propio, suelen quedarse en bastante buen lugar

    ¿El presidente de la República es una persona distinta al Presidente del Gobierno?

  3. […] puede decir que la Volksmusik es la música favorita de Barbara Rosenkranz (ya saben mis lectores, la valiente madre de doce hijos) cuando no tiene puesta la cabalgata de las Walkirias de Wagner y no está pensando en invadir […]

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