La española Estíbaliz C.,la princesa de hielo, condenada a cadena perpetua

Trechos peligrosos
La princesa de hielo ya tiene su reino (A.V.D.)

 

Hace escasamente media hora, la española Estíbaliz C., conocida como La Princesa de Hielo, ha sido condenada a pasar lo que le queda de vida en un sanatorio penitenciario para delincuentes perturbados.

El proceso ha sido, sin embargo, algo más que un caso judicial más.

22 de Noviembre.- Durante estos dos últimos días, y hasta su final, hace unos momentos, el proceso a Estíbaliz C., la asesina confesa de dos de sus parejas sentimentales, ha continuado en Viena. Todos los medios austriacos –incluso la ORF, nada propensa al sensacionalismo- han informado sobre él.

Se han reproducido hasta la saciedad las imágenes que muestran a la española en el banquillo de los acusados. Vestido gris de manga corta con la falda un poquito por encima de la rodilla, zapatos de punta redonda, como de Minnie Mouse, a juego; pendientes de perlita, un suave (y casi infantil) brillo de labios por todo maquillaje. Sólo el peinado y un tinte color caoba de aspecto algo más barato que el que usaba cuando estaba en libertad, dejan ver la diferencia que existe entre las peluquerías de Meidling y las de la penitenciaría de Josefstad, en donde está recluida.

Durante este tiempo, la vista oral del juicio a Estíbaliz C. ha sido como una ojeada panorámica a una parte de la sociedad vienesa que, normalmente, no sale en los medios. O no sale con la crudeza con que el ojo escrutador de la justicia la está analizando. Y es que la violenta ruptura del transcurso normal de la realidad que constituye un delito de sangre, actúa a veces como el líquido revelador que muestra la fealdad cotidiana en la que viven muchas personas sin darse cuenta.

Estíbaliz C., como muchos de los inmigrantes que llegan a Austria, pertenecía a lo que podríamos llamar la capa más gris de la clase media. En España, probablemente hubiera tenido otro tipo de amistades, pero su llegada a Alemania primero y luego a Austria supuso, como suele suceder en muchos casos, un cierto descenso en la escala social.

Las amistades de Estíbaliz representan una panoplia de estereotipos con los que, quien mire la realidad austriaca con una cierta objetividad, está familiarizado: personas que viven en la inconsciencia de no saber para qué viven, experimentadores de opciones espirituales basadas en difusas “energías”, gentes entregadas a existencias en las que todo es de imitación. Hasta el amor.

Después de leer mucho de lo que se ha publicado sobre el juicio, creo que la clave de la personalidad de Estíbaliz C., como la de otros muchos criminales, está precisamente en esto último: todas sus relaciones afectivas eran como compradas en los chinos. No sólo superficiales, sino además de muy mala calidad.

Una mala calidad que ya empezó en el hogar familiar, en donde Estíbaliz no pudo sentirse querida y que continuó con la increible serie “de relaciones deficitarias” (palabras de la psiquiatra que ha declarado esta mañana en la causa) en las que Estíbaliz C. se vio envuelta a lo largo de los años. Según la doctora que la ha examinado de manera más exhaustiva, Estíbaliz sufre de una inseguridad patológica que la lleva a hacer lo que sea con tal de recibir del exterior lo que su interior no puede darle: estabilidad.

Sus relaciones con los hombres a los que se cargó siguieron el mismo patrón (que otras muchas suyas que, gracias a Dios, no terminaron en un tanatorio, todo sea dicho): Estíbaliz buscaba compañeros a los que entregarse incondicionalmente a cambio de que la protegieran y le dijeran que era estupenda. Los idealizaba haciendo de ellos caballeros de brillante armadura que iban a salvarla para siempre. Luego, cuando la convivencia traía al hombre normal (o no tan normal, porque ninguna de las dos víctimas parece que estaban demasiado bien del tarro), Estíbaliz, lastrada por la inseguridad, era incapaz de abandonar por sí sola las relaciones y se metía en un círculo vicioso. El tipo de persona al que Estíbaliz pertenece solo pueden suicidarse, deprimirse o bien, como hizo Estíbaliz, terminar de raíz con el problema asesinando a una de las partes de la ecuación.

Estíbaliz vive en un infierno fabricado a la medida de su cráneo, pero no está loca. Según los psiquiatras, sabe lo que está bien y lo que está mal (lo sabe, pero como todos los psicópatas no es capaz de “sentirlo” porque carece de empatía y es incapaz de ponerse en el lugar del otro). En otras palabras, podría haber elegido no matar, pero no lo hizo. La persona que se ha sentado estos días ante el juez está deprimida (conforme han ido pasando los días, se han agudizado las muestras de estrés en su rostro, que ha perdido la frescura de las primeras fotos que se conocieron de ella) pero no por los crímenes, sino, por así decirlo, por los inconvenientes que le acarrea ver expuesta su intimidad en un juicio.

Hace veinte minutos, un jurado la ha condenado a pasar lo que le queda de vida recluida en una prisión especial para delincuentes perturbados.

Una sentencia sin duda justa, pero que deja un sabor muy amargo en la boca. Sólo dan ganas de decir “pobre mujer”, y suspirar.

Comentarios

3 respuestas a «La española Estíbaliz C.,la princesa de hielo, condenada a cadena perpetua»

  1. Avatar de M.
    M.

    Lo vi precisamente en la ORF (en el programa de mi adorado) y, superficial de mí, me llamó la atención lo divina de la muerte (no pretende esto ser un chiste) que iba la señora. La historia es escalofriante. Le dan ganas a una de no salir de casa.

  2. […] la semana pasada la vida procesal vienesa garantizaba emociones fuertes gracias al juicio contra Estíbaliz C., ayer empezó un proceso con no menos morbo: el exministro del interior austrico Ernst Strasser […]

  3. […] personas, simplemente, deciden obviar la existencia de la realidad del delito y sus consecuencias (a no ser que la presa sea española y se haya cepillado a un par de cristianos) la noticia provocó un gran […]

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