El tópico ese de que “Viena es la ciudad de la muerte” tiene, como todos los tópicos, un gran fondo de verdad.
9 de Febrero.- Llevo viviviendo aquí va para nueve años y, como es natural, se me van contagiando cosas de estos conciudadanos míos.
Los vieneses y la muerte
Una de ellas es que, desde que vivo aquí, he empezado a mirar la muerte con una…No diría tranquilidad, pero sí con una calma, que nunca hubiera podido imaginarme que alcanzaría alguna vez.
Aquí no ha llegado (o ha llegado poco) ese fenómeno que ha borrado a la parca de todo el resto de la cultura occidental. Los vieneses saben que se van a morir, lo asumen, y hablan de ello sin hacer ningún tipo de drama. A pesar de todo, cuando se producen conversaciones cerca de mí a propósito de nuestra inevitable desaparición física yo sigo haciendo, reflejo cultural, supongo, el acto de tocar madera y ellos me siguen mirando como si yo fuese un animalico que pensase que, solo por acudir a la superstición, iba a esquivar ese momento, que a todos nos tiene que llegar en donde, en nuestra pantalla, aparezca el Game Over.
Los vieneses le dan mucha importancia a morirse bien (aclaración: a morirse “socialmente bien”). Entre la gente de edad –como es normal, la que tiene más propensión a morirse- se sigue llamando a un entierro de postín “a schöne Leich´” (o sea, un buen muerto) y hay muchas personas que abren una cuenta para ahorrar de cara al momento en que tengan que comprar la lápida.
La muerte es, en esta ciudad en donde el protocolo es el rey y hay un ritual para cada cosa y una cosa para cada ritual, el último acto social. Cómo uno decide en vida qué van a hacer con lo que quede de él o, también, cómo su familia ejecuta esa decisión es una cosa que aquí concita gran interés y da muchísimo que hablar. Por eso es tan interesante la noticia que he leido hoy.
Fresh frozen
Informa el diario Die Presse en su página web (quien quiera leer el artículo en lengua extraña puede pinchar aquí) que los vieneses tienen el record de cadáveres donados para la ciencia. Cuarentamil personas que hoy deambulan por el mundo han firmado un contrato que autoriza a la Facultad de Medicina de la Universidad de Viena a disponer de sus despojos en bien de la investigación o en bien del aprendizaje de los futuros médicos.
Alrededor de 1000 médicos extranjeros vienen a Viena cada año a entrenarse con fiambres y la Facultad de Medicina recibe todos los años 1800 cadáveres nuevecitos en cuyas casquerías curiosean los galenos. Una parte de ellos (de los muertos) se conservan en tanques de formol y se utilizan para disecciones y cosas así y otros se mantienen congelados pero “frescos” (Fresh Frozen, se llama en lenguaje técnico) para que, llegada la hora del bisturí se parezcan lo más posible a personas vivitas y coleando.
La mayoría de los médicos que peregrinan hasta Austria en busca del rico occiso vienés son italianos. La ley itálica parece ser que es muy restrictiva al respecto y, de todas formas, a nuestros vecinos de la península con forma de bota les parece muy triste terminar en un tanque de formol. También vienen muchos médicos de los paises árabes porque allí, lo de andar hurgando dentro de los muertos está mal visto (incluso está totalmente prohibido en algunos sitios).
Pero no sólo es cierta resignación o tranquilidad lo que impulsa a un número tan respetable de vieneses a donar su cuerpo a la ciencia. También hay una razón monetaria (probablemente, tras los franceses, sean los austriacos los europeos más agarrados). Este tipo de solución postmortem solo cuesta 450 euretes, en vez del potosí que se te va en un entierro normal. Esto lleva a muchas personas que no tienen más parientes vivos o que no quieren cargar a los suyos con el marrón de organizar un sepelio.
En fin: creo que mañana escribiré sobre algo un poquito más alegre. Este artículo, como que me ha dado bajón.
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!La novena ya está disponible! Nueve, nueve zonas de descarga llevamos ya. El sábado salió el Zona de Descarga de esta semana. Hablamos de los países en los que se moja y en los que no, y hablamos también de Mariahilferstrasse !Ah! Y tuvimos también otro capítulo de nuestro despiporrante serial “Francisco José y Sissi: su verdadera historia” !Que no te lo cuenten!
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