Una chica con pichulina (y no, no es quien tú crees)

LifeballEl nuevo cartel del Lifeball ha provocado en Viena una discusión entre los pudibundos y los partidarios de la verdad desnuda (con pichulina o sin ella).

20 de Mayo.- Uno de los principios por los que me rijo a la hora de escribir este blog es el de no repetir temas. O, por lo menos, no dedicar dos entradas seguidas a lo que podríamos llamar “la misma zona de la actualidad”. Sin embargo, otro de los principios de este blog, quizá el más importante, es contentar a sus lectores y este, por razones lógicas, tiene prioridad sobre el anterior. Así que, ya que hoy un lector me ha escrito interesándose por el tema, hoy vamos a hablar del Lifeball o Baile por la Vida, el evento solidario más importante que se celebra en Austria para recoger fondos para luchar contra esa plaga que sigue azotando a la Humanidad: el SIDA.

Antes de entrar en materia, algunos antecedentes.

Gary Keszler y su baile

 El Lifeball representa para Viena un chollo de primer orden. No solo en términos turísticos sino también, y quizá eso sea lo más importante, en términos de una publicidad que no se paga con dinero.

Todos los años vienen hasta aquí famosos (y cuando escribo famosos, quiero decir Famosos, de Bill Clinton para arriba) de todos los rincones del planeta y el Ayuntamiento de Viena, lugar en donde tiene lugar el sarao, se convierte en el sitio en el que hay que estar si uno quiere pintar algo en esta vida.

Por razones que no se le escapan a nadie (o sea, principalmente la de llevar la contraria y diferenciarse, aunque a veces pudiera parecer también que es la mera pretensión de dar por saco) el Lifeball es la bestia negra de la ultraderecha austriaca (FPÖ). El año pasado, por ejemplo, la facción que, en el consistorio vienés, lidera Johann Gudenus, votó sorprendentemente en contra de la concesión al Lifeball de la subvención que la ciudad le otorga todos los años (medio kilo de euros, si no me falla la memoria).

Naturalmente, el FPÖ es un partido que ve a los gays –y el Lifeball es un evento muy gay- como depravados y que piensa que Putin está “defendiendo la civilización occidental” (para ser justos, no son palabras de Strache, sino de Marine Le Pen, pero estoy convencido de que él las suscribiría por completo). Por este motivo, el FPÖ trata por todos los  medios de poner palos en las ruedas del Lifeball y de demonizar en lo posible a su principal organizador, Herr Gary Keszler, un caballero muy simpático al que es fácil ver con su perrito en brazos caminando por las calles de esta urbe que, para según qué cosas, es como un pueblo (decíamos ayer).

El cartel del Lifeball

La última triquiñuela que el FPÖ ha utilizado para intentar desprestigiar el Lifeball ha sido el cartel que, este año, anuncia el evento por las calles de Viena. Se trata de una foto del fotógrafo David Lachapelle, tan americano él como notoriamente gay. La foto de Lachapelle, que mis lectores podrán ver a continuación, es una paráfrasis de El Jardín de Las Delicias, de El Bosco. Adán y Eva en el paraíso, o sea.LB

Adán está de espaldas, como Dios le modeló a partir de una pella de barro del jardín del Edén mientras una Eva escultural y transexual (aunque el cartel se presente en versión con y sin pichulina) le mira. La imagen se acompaña del texto “Soy Adán. Soy  Eva. Soy yo”.

La imagen de Lachapelle, junto con otras del mismo autor, se exhibe en la galería Ost Licht, templo, meca y santuario de los que le damos al disparador y nos preocupamos de la apertura de diafragma que llevamos.

El FPÖ ha encontrado el cartel anunciador del Lifeball muy molesto y, desde su publicación, exigió, por boca de Johann Gudenus, su retirada inmediata aduciendo que se trata de un cartel sexista (¡!) y que ofende a la moralidad pública y daña la inocencia de los niños de la infancia.

Hoy, según publica el periódico liberal-conservador Die Presse (los adjetivos “liberal” y “conservador”, en este caso, no quieren decir lo mismo aquí que en España), el FPÖ va a interponer una demanda por considerar que la publicidad del Lifeball va en contra de la ley austriaca que regula la difusión de la pornografía la cual establece que serán perseguidos aquellos que pongan a disposición del público menor de dieciséis años imagenes o cualesquiera otros materiales con intención de estimular precozmente sus instintos sexuales, perjudicar su desarrollo físco o psicológico o inducirles a error en relación al normal funcionamiento de las relaciones sexuales (este último punto es un poco traducción interpretativa, pero creo que el espíritu es este).

A los ultraderechistas austriacos les parece que un cartel que presenta a una persona transexual desnuda, aunque sea con un propósito artístico, es pornografía dura –en el fondo, se trata, naturalmente, de intentar erradicar una realidad que, si bien minoritaria, está presente en el mundo- y debe ser retirado quizá ante el temor de que los niños empiecen a hacer preguntas incómodas.

La facción socialista, mayoritaria en el consistorio vienés, ha reivindicado el valor de Viena como bastión de la libertad artística.

Y tú ¿Qué piensas de todo esto?

 


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Comentarios

Una respuesta a «Una chica con pichulina (y no, no es quien tú crees)»

  1. […] Strache sería un canciller desastroso (se le ponen a uno los pelos de punta al pensar en un tandem Strache-Gudenus), brilla en […]

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